La mayor verdad, aumentada en estas fechas, es que resulta muy difícil resistir la tentación. Se llaman Costiña Chocolat y son pequeñas rocas de chocolate de varios sabores (negro, blanco, con leche y caramelo). Nacieron durante la pandemia y desde entonces, Manuel Costiña, las prepara de manera artesanal solo durante los últimos meses del año.
Unas pocas unidades salen a la venta en su tienda virtual y se ofrecen para tomar o llevar en su restaurante, Costiña, situado en Santa Comba (A Coruña). Un local impregnado ahora con un ambiente más dulce todavía que en otras temporadas gracias a la sonrisa dibujada por la segunda estrella Michelín concedida recientemente.
Lejos de allí, en Madrid, la gastronomía y sobre todo el vino se abrazan al arte en un local singular. Rusticana, situada en la calle José Lázaro Galdiano, ofrece en ordenado desorden pintura, escultura, antigüedades, fotografías, cerámica, vinos de autor, un club privado de catas y muchas cosas más. Un local -regido por Irene Pérez y Manuel Herrera- en constante evolución y donde todo está a la venta. Así que cada visita es una nueva experiencia y la primera, casi siempre sorprendente.