Al menos una placa rinde ya homenaje en esas sendas del vino, que son también de la gastronomía, a Miguel Delibes. El escritor y periodista enamorado de la caza, de su tierra y de sus productos atrapó en muchas de sus páginas el presente y pasado de una manera de vivir y de alimentarse. Ahora en la sede de la D. O. Rueda ya puede leerse su opinión sobre la cocina y el vino. “La austeridad de Castilla alcanza, naturalmente, a su cocina. (…) Puestos a ver, donde Castilla ha destacado siempre ha sido en dos alimentos fundamentales: pan y vino. Con pan y vino se anda el camino, dice el refrán, pero si el pan es lechuguino, de cuatro canteros, y el vino de Rueda o de Vega Sicilia es posible que el camino se haga dos veces y sin sentir”.
Así, con esa cita a una zona y a una marca, los viajeros recordarán o se preguntarán quién fue el autor de La sombra del ciprés es alargada y tal vez por su forma de entender la vida. Incluso es posible que algunos se animen a continuar leyendo tan interesante artículo (La vuelta a mi mundo en 80 folios – El Asado), escrito en 1983 para el ABC, donde afirma que a los platos castellanos no les cuadran “los rizados y poéticos adjetivos con que los franceses adornan sus menús”· Un texto que sigue siendo actual y en el que recomienda los mejores lugares para comer asado -sin mencionar nunca o casi nunca el nombre del animal- “porque el asado por antonomasia es, en Castilla, el cordero lechal”. Son palabras que pone en boca del mesonero que le atiende, Florencio, que no duda en dictar nuevas sentencias. “Para mí, sin duda alguna, el triángulo del asado está entre Aranda de Duero, Roa y Peñafiel, o sea en Burgos y Valladolid”.
El plato, “más suculento cuanto más desnudo de aderezos se presenta”, se preparaba en el local que atendió al escritor hace cerca de cuarenta años -Casa Florencio, en Aranda de Duero (Burgos)- solo con sal “y no mucha, que para eso está el salero”. Rememorar el momento en ese triángulo mágico con Rueda, Vega Sicilia, asado y un libro de Delibes permite pasar el 23 de abril de una manera difícil de olvidar. “Ya falta menos”, como dicen en otra tierra al entonar el lamento que pone fin a sus fiestas, para que en el siguiente día de San Jorge se vuelva a presentar la ocasión.