Dominio Fournier: ese trago tantas veces soñado

IGNACIO PÉREZ LORENZ

Al fondo unos depósitos troncocónicos de acero inoxidable como expresión quizá de una época y un estilo de ribera del duero. Al frente, como si se tratara de un inmenso cuadro, unas puertas abiertas de par en par que enmarcan cientos de cepas retorcidas por la edad. Un precioso viñedo plantado en vaso sobre suelos pobres y pedregosos destinados a conjurar las heladas y a dotar a los vinos de fuerza y carácter.

Es Dominio Fournier la bodega que hace cinco años adquirió González Byass. Está en Berlangas de Roa, localidad rodeada de zonas como Moradillo de Roa, Roa, La Horra o La Aguilera que forman parte del corazón de esa denominación de origen. Allí, entre mejoras en las instalaciones y el estudio y cuidado del viñedo se han ido creando las bases para elevar la calidad de unos vinos ya destacados.

Sobre las copas, seis elaboraciones y cuatro añadas. Dos crianzas (2020 y 2021) y cuatro reservas (del 2019 al 2022) mostrando la verdad desnuda de lo conseguido hasta la fecha. Un mensaje que casi siempre lleva a los catadores -y en algunas ocasiones también a los enólogos- a discutir sobre qué añada ha ofrecido mejores resultados. Todo ello entre crianzas que están muy por encima de su categoría y reservas que son vinos de guarda pidiendo tiempo para seguir creciendo en botella.

Se trata de tintos del mismo corte: frescos, estructurados y hasta poderosos que han ido recortando los meses que dedican a la crianza en barrica para preservar la intensidad de sus aromas y el sabor de su fruta. Creaciones que atrapan con facilidad ese esquivo espíritu que caracteriza a la Ribera del Duero y que tan solo muestran algunas diferencias entre una y otra cosecha. Si bien, no es difícil que el amor a primera vista surja ante Dominio Fournier Crianza 2021 o Dominio Fournier Reserva 2021. La nobleza de su fruta negra, la finura del tanino, el frescor algo más acusado, la perfecta madurez y sus tenues recuerdos minerales les permiten ofrecer ese trago perfumado, intenso y redondo tantas veces soñado por quienes hacen vinos. Y también, por quienes los disfrutan.