Es una feria y una fiesta. Y como tal tiene algunos secretos o algunos aspectos menos conocidos. Uno de ellos, que es un termómetro de la salud económica de nuestro país. Si se extiende por cinco pabellones y se acerca a los dos mil expositores es que España va bien, como suelen decir, y además es verdad. Otro de sus misterios es que la vida y las relaciones transcurren a borbotones por sus rincones. Es allí donde se recuerdan viejos compromisos, se producen encuentros, se establecen citas o se inician recorridos con tantas interrupciones que, en ocasiones, impiden llegar al destino. Todo un mundo de relaciones personales y profesionales en torno a la gastronomía y el vino.
Esta edición, y ya van 37, se extenderá del 22 al 25 de abril. Y tendrá, quizá, más presente que en otras ocasiones, un componente solidario. Ucrania volverá a contar, al igual que el año pasado, con un espacio en el recinto ferial cedido gratuitamente. El Banco de Alimentos de Madrid, Aldeas Infantiles SOS y la ONG Gastronomía Solidaria, dedicada a formar e incorporar al mercado laboral a jóvenes en riesgo de exclusión, también volverán a estar presentes.
Y con todo ello, como siempre, infinidad de actividades para elegir a los mejores sumilleres, a los maestros en el arte cisoria y a los más diestros cortadores de jamón, abridores de ostras y tiradores de cerveza. Sabremos, al acabar estas competiciones, quién elabora el queso más sabroso o prepara el mejor cachopo, croqueta, pizza o hamburguesa. Andalucía será la comunidad autónoma invitada y Marruecos, con su cuscús, briouats, bastela y tayín, el país de honor.
El vino estará presente en catas extraordinarias, en un túnel con muchas más botellas de las que se pueden probar y en “Los mejores de la guía”, un espacio dedicado a los más destacados de la Guía Vinos Gourmets. Muchas otras sorpresas en cientos de estands montados por comunidades autónomas, consejos reguladores o bodegas. Y en cualquiera de los pasillos de una ciudad que rinde culto a la alimentación y a sus mejores productos. Un lugar que despierta en unas horas para vestirse de gala durante cuatro días.