Su vida, como tantas veces ocurre, cambió al publicarse una orden en el Boletín Oficial del Estado. Nadie diría que ese lenguaje oficial y espeso (“… y teniendo en cuenta tanto los informes preceptivos favorables de los órganos competentes…”) pudiera dar origen a vinos tan interesantes. Entre ellos el que procede de la parcela llamada desde entonces Vareia Beronia que cerraba esa primera relación de viñedos singulares de Rioja.
Así quedaba reconocida una viña situada en el municipio de Ollauri (La Rioja) al tiempo que arrancaba el proyecto de dedicar sus frutos a un vino no menos singular. Los racimos de unas cepas de tempranillo plantadas a mediados del siglo pasado con algo de blanco en las cabezadas (la parte más alta de la finca). El dibujo habitual en época previa a que en algunas denominaciones de origen se extendiera la costumbre de cultivar clones especialmente productivos.
Ahora, tres años y medio después, unos pocos miles de botellas encierran la más intensa y delicada versión de los aromas que caracterizan a su variedad: pétalos de rosa, frutos rojos y apuntes a regaliz. Le acompañan destacada capa y estructura, infinita suavidad, madurez, envidiable frescor y mucha elegancia. Y, sobre todo, la expresión más auténtica de su procedencia que incluye en un largo final leves y casi fugaces recuerdos a especias, tostados y roble.
Para conseguirlo, Matías Calleja, gerente y enólogo de Beronia, le ha dedicado una interminable sucesión de cuidados. Agricultura sostenible, vendimia manual, selección de uvas, maceraciones, fermentación a no muy elevada temperatura y crianza en foudre de 3.500 litros han sido algunos de los pasos seguidos. Con todo ello ha construido un rioja fácilmente reconocible que regresa a una realidad siempre presente pero en demasiadas ocasiones enmascarada. El canto al carácter de una tierra y de sus uvas interpretado por un vino en estado puro.
Bodega: Beronia
Web: https://www.beronia.com
DOC: Rioja
Variedad: tempranillo
Alcohol: 14,5 %
PVP: 70 euros
