Es la más clara y la mejor desarrollada pasión por una variedad, la cabernet franc. Su casi siempre escasa presencia en los tintos bordeleses se transforma allí, en esas poco más de ochenta hectáreas de viñedos repartidos entre Saint-Émilion y sus alrededores, en un elemento imprescindible. Es el vidueño que aporta estructura a la particular elegancia de la merlot con la que, ocasionalmente, se atreve a rivalizar discutiendo su consagrado protagonismo.
Así se ha construido el prestigio de Angélus, una firma que lleva más de dos siglos en las manos de la misma familia, y que en las últimas décadas ha recibido constantes impulsos hasta ocupar un puesto entre los más grandes. Sus raíces se encuentran en unas frías tierras donde difícilmente madura la cabernet sauvignon. Y también en un proyecto constantemente actualizado que respeta a la naturaleza entendida como un todo. Definición que incluye hasta un bosque y una granja que se extienden algo más allá de donde termina el terreno destinado a sus cepas.
Entre los cambios últimamente realizados, desterrar la costumbre de producir un segundo vino a partir de descartes (aquellas parcelas o barricas que no alcanzan la calidad suficiente para formar parte de la primera marca). Así, le Carillon d’Angélus nace de tres viñas que se encuentran fuera del núcleo central de la finca. Una situación que permite tanto combinar esos terruños -con no pocas diferencias- como ofrecer una expresión original. Su añada 2015 refleja madurez y estructura mientras que la siguiente, 2016, exhibe mucha fruta, lenta evolución y extraordinaria calidad. Ambos comparten estilizado diseño, suavidad y elegancia además de la posibilidad de acercarse al carácter que imprime la casa por un precio casi cuatro veces menor (en torno a cien euros) que el de Château Angélus.
Complejidad, finura y contenida fuerza definen la cosecha 2011 del primer vino. Un tinto con notas a bayas salvajes, regaliz, cacao y café que matizan los tenues recuerdos a especias, cedro y otras maderas nobles. La participación en su coupage de un 40 % de cabernet franc es superada en el 2014 de Château Angélus con un 50% (el resto es merlot). De esa manera se construye un vino potente, elegante, largo, fresco y muy perfumado que se eleva sobre la grandeza que caracteriza a estas elaboraciones. Y que justifica la pasión transmitida por Anna Tkachenko y François Passaga, de Château Angélus y de la empresa importadora FAP Grand Cru, al presentarlo en un pequeño local cargado de historia (el sótano del que fue en otra época el madrileño salón de té Embassy). Vinos de un Premier Grand Cru Classé “A” que asumen también otra pasión: las de quienes mantienen su empuje sobre cuanto ocurre en ese rincón de la Gironda tan próximo a una de las ciudades más bellas del mundo y, especialmente, sobre la verdad que dictan sus botellas.