Viña Corrales: ahora sí

I. P. L. 

Lleva el nombre de la viña que Peter Sisseck y Carlos del Río adquirieron en el pago Balbaína Alta. También compraron un casco bodeguero, Bodegas Juan Piñero (antes del almacenista Ángel Zamorano) que pasó a llamarse como la calle en que se encuentra, San Francisco Javier. El acuerdo alcanzado con el anterior propietario incluía un parte de la solera de nombre lorquiano (Camborio) que allí se criaba.

La otra parte, algo más de la mitad, salió hacia Sanlúcar para continuar allí su vida. El enólogo que la cuidaba, Ramiro Ibáñez, seleccionó -o si se prefiere eligió- las botas que seguirían siendo de Juan Piñero. Sisseck anuncia poco después que elaborará un vino de parcela y profundiza en su diferenciación. Para Jerez hay una de cal y otra de arena. 

El enólogo danés repite su consabida frase de que “el fino es el mejor vino blanco de España” pero renuncia a la botella jerezana en favor de la borgoña siguiendo el estilo de los grandes blancos del mundo. Dice además que sherry es “una palabra que no aporta nada” o “que estorba” y que hay que hablar de finos. “Si hablas sólo de sherry, hay mucha gente como mi madre que piensa en el vino que bebía mi abuela, el cream”, declara a varios medios. 

El primer embotellado logra que los críticos más influyentes se deshagan en elogios. Los reportajes incluyen frases como “una solera soberbia” o “una de las mejores soleras que existe Jerez”. Además, encuentra un puesto entre “los cien mejores vinos descubiertos en 2020” y es uno de “los dos vinos españoles favoritos de 2021”. Nadie parece acordarse que el resto de la solera sigue creciendo en manos de un experto a tan solo treinta kilómetros de allí. 

Las últimas novedades de este proyecto las ha revelado Paz Ivisón en Radio Jerez. Racimos que se vendimian en cajas, recorren una mesa de selección y se molturan en un lagar recientemente acondicionado en la viña. Un regreso al futuro para Jerez (retomando el pasado), explica Ivisón. O tal vez lo mejor del presente en tantas y tantas zonas trasladado a esa tierra. Ahora sí, Viña Corrales, acelera su recorrido hacia la grandeza. Ya solo falta que los vinos nacidos a partir de esta añada dediquen tres o cuatro años a descender por las criaderas. Y que en dos o tres más dominen la solera.
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