El jerez y España serán un poco menos diferentes

I. P. L.

Se podría decir que abraza el futuro, que renuncia al pasado o que entra en la modernidad. Y también, siguiendo el lenguaje oficial, repetir que el objetivo es impulsar la denominación de origen. Puede que todas y cada una de estas formas tan diferentes de relatar unos cambios radicales sean correctas.

Desde hace décadas forman parte de la Denominación de Origen Jerez-Xérès-Sherry y Manzanilla – Sanlúcar de Barrameda dos tipos de empresas. Las que tienen su sede en Jerez, El Puerto o Sanlúcar, y el resto. También se podrían dividir esos dos grupos entre quienes tienen todos los derechos y quienes no los tienen. Algo que a Europa (esa princesa raptada por un toro blanco) le debió helar el alma además de dejarle el gesto torcido. 

Un mundo como solo a un estilo literario, el realismo mágico, se le podría ocurrir si hubiera existido en la época en que comenzó esa diferenciación. Un vino nacido fuera de la zona de crianza (llamada zona de producción todavía hoy) se convierte en jerez meses después de ser vendido a las bodegas situadas en una de las localidades privilegiadas. Dicho de otra forma, Trebujena, Chipiona, Rota, Puerto Real, Chiclana de la Frontera y Lebrija pertenecen a la denominación de origen pero poco. 

Los cambios han tardado en llegar. Y en ese tiempo los anuncios se han sucedido. La prensa nacional e internacional ha ido recibiendo las claves del vericueto legislativo recorrido por la reglamentación que aprobó el consejo regulador. Esos medios de comunicación han recordado además, que se reconocerán los pagos, se autorizarán las variedades tradicionales y no será obligatorio fortificar los vinos que alcancen la graduación alcohólica exigida de forma natural. La última de estas previsiones señala que a la vuelta del verano el asunto estará listo. El jerez y España serán entonces un poco menos diferentes.
Foto: DO Jerez