La escasa franciscana sencillez de Pruno 2020

IGNACIO PÉREZ LORENZ

Al ritmo pausado que marca la tradición, Finca Villacreces va desvelando sus secretos. El último, la historia que da nombre a esas tierras que fueron morada del franciscano Pedro de Villacreces. Un fraile recordado por los conventos que fundó en Castilla y por su empeño en mantener estricta observancia de la regla que Francisco de Asís estableció para sus monjes. 

El resto de los relatos escritos dentro de los límites de ese solar incluyen al Duero, la fauna, la flora y el factor humano. Y también, en tiempos más próximos, a la viticultura ecológica, la favorable relación calidad-precio de su marca más conocida y al protagonismo que ostenta en tan popular celebración enoturística como el Día Pruno. Una suma de antecedentes que este tinto ribereño carga sin pesar sobre los hombros para seguir avanzando en su recorrido. 

Cepas, prácticas y elaboraciones cada vez más ajustadas le permiten a Pruno 2020 ofrecerse envuelto en frutas negras y rojas (moras, cerezas) acompañadas de apuntes balsámicos y tonos a regaliz, café, cacao, maderas tostadas y especias. Son parte de la expresión de un tinto potente, intenso, fresco, muy vivo y con suficiente madurez que pide algo más de crianza en botella. El necesario reposo que le permita mostrarse un poco más próximo a esa franciscana sencillez que marca sus orígenes. 

Bodega: Finca Villacreces
Web: https://www.villacreces.com
D. O.: Ribera del Duero
Variedades: tempranillo (90 %) y cabernet sauvignon (10 %)
Alcohol: 13,5 %
PVP: 32,30 euros (edición especial magnum)