IGNACIO PÉREZ LORENZ
Con lluvia y más lluvia. Y además, frío y otras dificultades. De esa manera transcurrió en Rioja una añada, 2018, que ha dibujado sobre sus vinos un perfil más estilizado y menos potente que en otras ocasiones. También ha sido así para una solvente casa, Roda, que se ha permitido una vez más ofrecer este reserva con todos los atributos que merece su colección.
Una elaboración que reúne los habituales apuntes a frutas rojas (más frescas) entre los que no podía faltar el especial predominio de los tonos a cereza. También, tímidas notas florales y recuerdos a cacao y a regaliz realzados por la presencia justa de la madera y los tonos a canela y otras especias. Impresiones que dan vida a un vino serio y muy agradable que entronca con el diseño, convenientemente actualizado, de los mejores riojas de otros tiempos.
Cuenta ya con la amabilidad que distingue a sus taninos, un tacto cremoso, cierta redondez y una sorprendente profundidad que le otorga prestancia. Consecuencias de la adecuada respuesta a la adversidad que marcó el ciclo vegetativo de la vid y que se centró, probablemente, en una estricta selección de racimos. Una de las pocas formas, o tal vez la única, de crear en años difíciles tintos que muestren categoría y anuncien que seguirán creciendo en botella.
Bodegas: Roda
Web: https://roda.es/es/
DOC: Rioja
Variedades: tempranillo (89 %), garnacha (7 %) y graciano (4 %)
Alcohol: 14 %
PVP: 29 euros