Puede ser el regalo no deseado para celebrar San Valentín. Aunque amor hacia el vino no es precisamente lo que demostrarán las instituciones europeas si finalmente aprueban ese día, el 14 de febrero, medidas destinadas a reducir el consumo de alcohol -y por tanto de vino- como parte de un programa para combatir el cáncer. La promoción, la publicidad o las ayudas a la viticultura se modificarían o desaparecearían. Y también es posible, e incluso probable, que las botellas de vino y otras bebidas tengan que llevar advertencias inspiradas en las que ahora acompañan a los paquetes de tabaco.
“No hay consumo de alcohol sin riesgos para la salud”. Ese es el mantra que se repite en algunos estudios y que parece guíar las decisiones de la Unión Europea. Aquello de que el consumo moderado es saludable (una evidencia en opinión de numerosos científicos) ya ni se contempla. Una nueva etapa para el vino y para un mundo basado en la cultura, el conocimiento y el placer puede muy pronto cambiar. Y, quién sabe, si hasta ese punto en el que ya resulte difícil de reconocer.