“Los gin-tonics me saben estupendos”

“No soy un erudito en el tema, sólo sé que con esta ginebra los gin-tonics me saben estupendos”. Es posiblemente la mejor declaración de amor que le han escrito a esta combinación, en porcentajes que permanecen en secreto, de regaliz, corteza de canela, semilla de cardamomo y otros muchos elementos vegetales. Todos ellos macerados durante bastantes horas con un alcohol base de altísima calidad (96 %) antes de proceder a su destilación en alambiques tradicionales de cobre. Así se elabora una ginebra llamada Raffles en la que habitualmente predominan los aromas a bayas de enebro.

Los primeros pasos, si se desean seguir las recomendaciones del fabricante, obligan a mantener en todo momento las botellas, de ginebra y de tónica, en el frigorífico. El mismo lugar del que procederá un vaso, siempre ancho, sobre el que se colocan tres cubitos de hielo. A continuación, servir la proporción al gusto de ginebra y tónica, darle unas vueltas con una cucharilla de mango largo y frotar el  borde de la cara interna del vaso con una corteza de lima o limón. 

Para acabar, hay que  exprimir una estrecha rodaja consiguiendo que algunas gotas formen una especie de vapor sobre la superficie del gin-tonic. Consúmalo pronto, antes de que los cubitos se redondeen, y llame a sus amigos para preparar los siguientes. Quizá, entre todos ellos, haya alguno que se defina como no erudito en el tema, justo antes de anunciar que con esta ginebra escocesa los gin-tonics le saben estupendos.