Fue un recorrido por la historia de esta bodega de la mano de sus vinos y su enóloga, María Burúa, y con la presencia de un nuevo y muy interesante miembro de la familia. Allí estaba, además, la máxima creación de la casa, Culmen Reserva 2011, que divide su alma de tinto creado solo en años excepcionales entre la finura, la potencia y el frescor. Uno de los vinos de finca, elaborados mayoritariamente con tempranillo, que se benefician de pequeñas aportaciones, en cantidades variables, de mazuelo y sobre todo graciano. La forma de transitar por lo mejor de un paisaje clásico para firmar un diseño claramente avanzado.
Completan la gama, criada en maderas francesas en solitario y en algún caso combinadas con robles rusos procedentes del Cáucaso, Viña Lanciano 2012 y Lan a Mano 2016. Un trío que responde a tantos cuidados ofreciendo una marcada presencia de fruta negra además de equilibrio y elegancia. El resto de los convocados, tintos del 2016, procedentes de viñas más jóvenes, que muestran mayor inclinación hacia la fruta roja, los recuerdos a regaliz y la presencia de tonos a café, tostados y especias. Así son Lan Xtrème, un crianza ecológico que se dirige hacia la profundidad y la distinción, y el siempre refinado Lan D-12, reflejo de una tradición entre los viticultores de la zona: enviar a un depósito (en este caso el número 12) las mejores uvas.
Y con ellos, la primera salida pública, todavía sin etiquetar, de Lan 7 Metros; nombre que procede del tramo limpio de ramas que debe tener un árbol para que se pueda utilizar en la construcción de barricas. Esos recipientes, del casi desconocido roble español (Quercus pyrenaica), han permitido llevar a cabo esta experiencia. Y comprobar que se trata de una madera especialmente respetuosa con el vino. El resultado, una expresión diferente; un tinto sugerente y seductor capaz de advertir que en muchas ocasiones el futuro está más cerca de lo que parece.
Más información: https://bodegaslan.com/
I. P. L.