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El crecimiento de la producción de cava depende, con permiso del tiempo, de las nuevas plantaciones. Y la autorización para hacerlo, del Ministerio de Agricultura. La decisión gubernamental fue que aprobaría lo que dijera el consejo regulador y el Tribunal Supremo sentenció que aquello no podía ser. Aun así, a la sombra de la escasez de uva extendida por el Penedès, le ha sobrado peso para anunciar lo que iba a ocurrir.
La DO Cava autorizó, únicamente durante este año, todo lo autorizable para hacer frente al cambio climático y “a la excepcional bajada de productividad de los viñedos”. Mayores rendimientos, más extracción y permitir el uso limitado de uvas situadas en su territorio pero no inscritas en su registro de explotaciones vitícolas fueron, en resumen, las medidas asumidas.
Ahora el consejo regulador reconoce ya que no puede atender la demanda del mercado. Las restricciones parece que afectarán a la exportación donde se suelen aplicar tarifas ligeramente inferiores. Las ventajas, dice Javier Pagés, presidente de la denominación de origen, son una tendencia al alza de los precios y márgenes y una mayor cotización de la uva.
Foto: DO Cava