Las cepas dedicadas a producir vino y las destinadas a uva de mesa comenzaron a cultivarse al mismo tiempo hace 11.000 años y no hace 15.000 como se creía hasta ahora. Esta es una de las conclusiones de un grupo de científicos de diecisiete países tras analizar genéticamente 3.500 variedades de uva, entre ellas algunas silvestres. Los análisis muestran que en esa época se produjo un cambio genético debido a que los primeros viticultores de la historia seleccionaban vides hermafroditas para que pudieran fertilizarse a sí mismas.
La investigación, publicada en la revista Science, niega además que el cultivo de la vid -probablemente la primera fruta domesticada por los seres humanos- comenzara en Asia y que de allí se extendiera al resto del mundo. El proceso se llevó a cabo casi al mismo tiempo en dos zonas situadas a más de mil kilómetros de distancia: la región del Cáucaso (que incluye la actual Armenia, Georgia y Azerbaiyán) y Asia occidental.
Los autores del estudio creen que las vides del Cáucaso dieron origen a variedades seleccionadas por su potencial enológico, mientras que en Asia occidental buscaron un alimento. Esas uvas de mesa terminaron por cruzarse con uvas silvestres europeas y crearon las variedades que hoy utilizamos para elaborar vino.
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Foto: Tim Mossholder (Unsplash)