El día mundial de la paella (todo tipo de…)

Tiene de todo: su día mundial, su nombre en inglés (World Paella Day), su competición, su declaración como bien de interés cultural y su denominación de origen cuando es valenciana. Aquella que incluye conejo, ferraúra (una variedad de judías verdes), garrofons (alubias blanca) y vaquetas (caracoles). Los puristas no admiten otra fórmula y los más radicales, que también los hay, rechazan que se denomine paella a otro tipo de arroces.

A pesar de su obstinación, paella como explica la RAE, que en estas cuestiones se convierte en “la autoridad militar por supuesto”, es la sartén y también el “plato de arroz seco, con carne, pescado, mariscos, legumbres, etc., característico de la región valenciana, en España”. Con ello queda reconocido tanto su origen como sus variaciones. Y abierta la posibilidad, en mayor o menor medida, a la creatividad dentro de lo reconocible.

Será paella mientras siga representado la quintaesencia de la cocina mediterránea. También, si puede ser admitido dentro de la dieta considerada más saludable. Por último, esta muestra de lo mejor de la tradición gastronómica, debe ofrecer un enorme disfrute a los comensales. No en vano nació como un plato de fiesta.

Paellas se hacen aquí y allá. Y sus intérpretes, y con frecuencia los ganadores de los concursos que la festejan, son gentes nacidas a miles de kilómetros de donde se originó la receta. En Nueva York, la alargada sombra de José Andrés -el cocinero que merece un Premio Nobel de la Paz- se proyecta en el Mercado Little Spain sobre la celebración de este día.

Allí, mientras predica a los estadounidenses la necesidad de repartir el “socarrat” como hermanos y no como primos, se prepara en la calle, sobre brasas y con conejo, pollo, dos tipos de alubias, romero y azafrán. Para acompañarla, en cualquier lugar del mundo, suele resultar más apetecible un rosado o un blanco que un tinto. Pero como lo importante es celebrar una fiesta, compartan con el vino que más les guste la siempre placentera experiencia de comerse una paella.
Foto: Mercado Little Spain