I. P. L.
Es difícil imaginar otro tipo de experiencia en torno al vino para quien transita por la vida coleccionando el recuerdo que dejaron algunas elaboraciones, soñando con armas como el cristal fino, la forma de la copa, el sacacorchos, la temperatura de conservación o la adecuada compañía. Pero allí está, y parece que con no poco éxito, devolviendo a Haro el protagonismo que tuvo tan solo unos días atrás de manera bien diferente.
La fecha, el miércoles 29 de junio. La hora, como en tantas otras batallas, poco después del amanecer: a las ocho en punto. Y el lugar, un paraje situado a unos pocos kilómetros de Haro: los Riscos de Bilibio. Allí se celebraba una romería que solía terminar arrojando el vino de las botas a supuestos enemigos. Hoy, transformada en la Batalla del Vino, es una guerra de todos contra todos.
El objetivo, que todos los asistentes acaben morados. Una experiencia bañada en vino y en adrenalina que convoca a viajeros de este y de otros muchos otros países. Algo así como unos Sanfermines sin cornadas, una Rapa das Bestas sin caballos o una Romería Vikinga sin invasores llegados del norte. Es Haro, es La Rioja, las pistolas (y los bidones) son de plástico y se supone que el vino -antes, durante o después- se podrá probar. Seguro que entonces merece un poco más la pena.
Foto: Bigsus (Wikimedia Commons)