Benedicto, la “madre” de la tempranillo, ya es variedad comercial

Es la “madre” porque es una variedad femenina. El padre fue el albillo mayor. Entre quinientos y mil años atrás dieron vida, en algún lugar del valle de Ebro, a una nueva variedad que por su temprana madurez terminaría por llamarse tempranillo. Una probable hibridación espontánea había comenzado a cambiar la historia de la viticultura española. Hoy sin la tempranillo, que domina Rioja, Ribera del Duero, Toro y otras zonas, el vino español no sería el mismo. 

Se creía que apenas quedaban unas pocas cepas de benedicto diseminadas por Aragón, de donde procede. Pero varias noticias, separadas por unos pocos meses, la han devuelto a la actualidad y a la vida oficial. La última de ellas, que ya es una variedad comercial y que los vinos elaborados con este vidueño dejan de ser experimentales y podrán salir a la venta. 

El BOE del día 8 de julio publicaba una orden del Ministerio de Agricultura por la que se incluían vidueños de unas cuantas especies en el Registro de Variedades Comerciales. Así, entre albaricoques y pimientos, la benedicto llegaba al final de un largo camino burocrático acompañada de la muy interesante melonera y otras variedades de uva como parrel, santa fe y trepadell. 

Hace unos días el Centro de Transferencia Agroalimentaria de Aragón mostró a viticultores de esa comunidad las posibilidades que ofrecen, y los vinos que producen, algunas variedades recuperadas. Entre ellas, la benedicto . Aunque la gran sorpresa se produjo meses atrás en Rioja. Familia Luis Cañas anunciaba que había conseguido elaborar diecisiete botellas de benedicto (cosecha 2019) con las 34 cepas muy viejas localizadas en sus viñedos. La erosión genética ha perdido una batalla.
Foto: Tempranillo (DOC Rioja)