Nació en el valle de Benasque, en la Ribagorza, donde no se dan condiciones para la viticultura hasta que el cambio climático decida lo contrario. De pequeño y no lejos de allí, en el valle de La Fueva, aprendió a vendimiar las viñas de su abuelo y a elaborar vino. De aquella época, y pese al cansancio que suponía tener que pisar uvas tras muchas horas en el campo, le quedan los mejores recuerdos. Nunca faltaban las sonrisas ni tampoco las canciones que, de cuando en cuando, su abuelo cantaba para animarlos.
Siguiendo esa ruta que desciende del Pirineo aragonés llegó, tras finalizar sus estudios, a Viñas del Vero. Y allí sigue -en ese mundo que reconoce le atrapa- como gerente y enólogo de la bodega. Cuando le preguntas qué es Viñas del Vero y qué es el Somontano responde sin dudar.
-Viñas del Vero es la mejor bodega, simplemente porque es la nuestra, la queremos, la cuidamos… Somontano es la tierra que, con su naturaleza, permite expresarnos. Viñas del Vero es la pintura y el Somontano, el marco.
-¿Son ya unos cuantos años juntos?
-Sí, son ya 28 años los que llevo aquí.
-¿Y qué cosas han cambiado en ese tiempo?
–Muchas, pero la esencia es la misma, nuestro ADN es imposible de cambiar. Solo pensamos en hacer vinos que hagan felices a quienes los consuman.
-¿La viticultura es su especialidad? ¿Cómo es la viticultura en Viñas del Vero?
–No. Soy un hombre de bodega, aunque cada día disfruto más del campo descubriendo lo que es capaz de darnos, me apasiona. Es la base de nuestra forma de ser: creemos que para crear nuestros vinos necesitamos poseer y mimar nuestros viñedos. No hacemos vinos, hacemos vinos para disfrutar. Necesitamos cultivar cada viñedo de manera acorde a lo que queremos y esto debe reflejarse en el vino.
-¿Y las variedades de uva?
-Creo que somos los únicos que trabajamos las quince variedades amparadas por la denominación de origen. Las siete blancas (chardonnay, gewürztraminer, riesling, macabeo, alcañón, sauvignon blanc y garnacha blanca) y las ocho tintas (cabernet sauvignon, merlot, tempranillo, syrah, pinot noir, garnacha, moristel y parraleta). Es muy divertido elaborar tantas cosas diferentes, te lo pasas bien.
-¿Y los vinos?
Mejor aún, siempre te tienen expectante, desde principio a fin.
-¿Es Secastilla la joya de la corona o ese puesto está ya adjudicado?
-Secastilla es la joya de la corona de Secastilla. En Somontano, la joya de la corona es Blecua.
-En otras zonas que apostaron por variedades internacionales se ha producido un retorno a la garnacha y en general a los vidueños locales. ¿Está ocurriendo así en su denominación o en su bodega?
–No. Todavía hoy continuamos plantando moristel y parraleta. En nuestros viñedos, la biodiversidad es uno de los pilares fundamentales.
-Ya que hablamos de la garnacha, en la mayor parte de la cuenca del Ebro, desde Rioja al Priorat, aparece acompañada de la cariñena. ¿No entra en sus planes?
–No. La nuestra es una garnacha de norte que se expresa por sí sola.
-La macabeo triunfa en otros muchos lugares pero aquí no tiene una presencia especialmente destacada. Tampoco la parraleta, la moristel o la alcañón parecen tener un papel protagonista. ¿Se podría hacer algo más con alguna de ellas?
-La macabeo es importante en nuestra bodega y la parraleta, moristel y alcañón se cultivan en nuestros viñedos.
-Hábleme de ese futuro que será sostenible, dicen, o no será…
´-Será sostenible y Viñas del Vero, como hace desde su origen, aporta su granito de arena para que así sea.
-¿Hasta dónde teme al cambio climático?
-Hay que tenerle respeto porque es evidente y ya vemos cuáles son sus efectos.
-¿Habrá que desplazar parte del viñedo a zonas más altas? ¿Qué otras posibilidades hay?
-Por suerte, aquí tenemos zonas más altas y la posibilidad sería cultivar el viñedo de otra forma.
-¿Y los vinos del futuro cómo serán? ¿Iguales, diferentes, mejores…?
-Espero que guarden cada uno su estilo y su identidad.