Fue todo un pronunciamiento que el alcalde de Trebujena calificó de histórico. A Jorge Rodríguez solo le faltó salir al balcón e invitar a sus vecinos, como hicieron en el pasado regidores de otras localidades, a enfrentarse al invasor, ya fuera la pérfida Albión o el emperador francés. Poco después llegó el jarro de agua fría. Trebujena seguirá siendo como Trebujena y no como Jerez. Y tampoco como el Puerto de Santa María o Sanlúcar de Barrameda.
Fue ayer cuando ese alcalde creyó que se había puesto fin a una injusticia tan histórica como su supuesto final. Una denominación de origen con términos municipales de primera y de segunda categoría aunque allí las llamen zona de crianza y zona de producción. Lo que significa que quienes producen no pueden vender en igualdad de condiciones y con el sello del consejo regulador. Aunque el mismo vino, criado durante años en Trebujena y en otras localidades, se transforma en un producto que merece todas las bendiciones si pasa seis meses bajo los techos de cualquier bodega levantada en el territorio de la primera división.
El Consejo Regulador de la DO Jerez había llegado con retraso a un acuerdo sencillo para responder a Europa vía Junta de Andalucía. Todos serán iguales, acordaron, pero nadie dijo cuándo. Y la manzanilla y el fino, añadieron, son el mismo vino. Lo que pone sobre el tejado de Bruselas decidir si Sanlúcar de Barrameda puede seguir etiquetando como fino y manzanilla dos vinos que oficialmente son el mismo.
Los recursos administrativos y judiciales contra estas medidas ya se anuncian. Y es posible que se inicie un lento proceso hacia un horizonte lejano. Un buen momento para recordar lo que dijo un clásico: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. La DO Jerez, que estrenó su primer reglamento hace casi un siglo, no solo siente el peso de la púrpura. Lleva también plomo en la túnica.
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Foto: DO Jerez
M. J. A.