“El jerez. O al menos debería serlo”. Es la respuesta del columnista de la revista Decanter, Steven Spurrier, al ser preguntado por The Washington Post sobre la próxima tendencia en el vino. “ El sherry ofrece una extraordinaria variedad de estilos en una gama ilimitada de sabores», explica.
Una idea con la que coincide Ben Howkins, autor del libro «Sherry: Maligned, Mal entendido, Magnífico!». Este especialista destaca la singularidad del jerez, con vinos sometidos a largas crianzas, disponibles a un costo razonable. «En todo el mundo la mayor reserva de vino fino en barrica se encuentra en las bodegas del Triángulo de Jerez. Las sacas de sherry a los 12, 15, 30 o más años (de edad promedio) son para los amantes del vino el equivalente a los blancos de Borgoña, pero a un tercio del precio», añade.
“Vale la pena explorar el jerez desde el primer sorbo de una comida hasta el último. La manzanilla o el fino son un comienzo ideal, mientras que el amontillado, el palo cortado o el oloroso se mezclan perfectamente con platos ricos en umami, como sopas (ramen), guisos y cualquier cosa con champiñones. Termine la noche -concluye- con un untuoso y dulce Pedro Ximénez, o PX, acompañado de un queso azul salado o una tarta de frutas y se preguntará por qué no bebe más vinos de postre.
Más información: https://www.washingtonpost.com/lifestyle/food/at-a-third-of-the-price-of-fine-white-burgundy-sherry-deserves-a-place-at-your-table/2020/01/10/6d9f8e70-3230-11ea-91fd-82d4e04a3fac_story.html