Lleva 15 años trabajando la cariñena y dice que necesitará otros quince para seguir elevando el nivel. Es posible que tenga razón pero uno de sus tintos, Finca Barqueres 2016 (23,50 euros), anuncia ya lo que este hombre enamorado de la viña y de la enología puede lograr. Flores, fruta, frescor, equilibrio y el inconfundible carácter de esa variedad dando forma a este vino criado en barricas francesas de 600 litros.
Es tan solo uno de los ejemplos, en las zonas altas de Costers del Segre, del estilo, con limitada presencia de madera, que caracteriza las elaboraciones de la bodega que lleva su nombre, Tomàs Cusiné, y de las otras tres, Castell del Remei, Cérvoles y Cara Nord, que conforman un grupo repartido entre cinco denominaciones de origen. Una forma de hacer que se extiende a blancos de tanta prestancia como Finca Racons 2016 (23,90 euros), un macabeo fermentado en tina y criado también en barricas de buen tamaño.
Vino untuoso, estilizado, de sorprendente acidez, volumen y longitud que habla de la recuperación de una parcela centenaria y de un cultivo ecológico extendido a todo el viñedo. Prácticas sostenibles, mínima intervención y respeto al medio ambiente que ya han alcanzado, en unas cuantas hectáreas, el siguiente y último paso: la biodinámica. Una llamada, tal vez insistente, que podría encontrar respuesta entre los responsables de estos proyectos.
I. P. L.

