La Val, cuando el viñedo sí importa

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Eligieron para alojarse, casi desde sus inicios, unas grandes instalaciones. Sus promotores se encontraban entre quienes piensan que el tamaño sí importa. Años más tarde, con la incorporación de Fernando Bandeira –hombre de amplia experiencia en el sector- y otros socios, el giro fue radical: lo que sí importa es el viñedo. Entre ir comprando uvas aquí y allá o adquirir dos fincas que rodean a la bodega y mimar su producción no había comparación posible. El futuro y la dirección en que iba a avanzar el proyecto quedaban escritos.

Hoy una visita a ese edificio de Salvaterra de Miño (Pontevedra), que produce 500.000 botellas y está preparado para elaborar el doble, ofrece una rápida visión de su historia y de la comodidad con que allí se trabaja. Necesario y revelador paseo antes de llegar al lugar donde se muestra toda su grandeza: la sala de catas.

Albariños jóvenes, con madera o sobre lías de añadas veteranas que siguen pidiendo botella y blancos jóvenes con treixadura y también con loureiro, variedades que maduraron excepcionalmente bien en la cosecha de 2018. Un regalo envuelto en la compleja y personal expresión del clima extremo de una de las subzonas de Rías Baixas: el Condado do Tea.

La Val Albariño 2018, interesante y prometedor, solo pide calma y reposo para seguir creciendo en botella. El necesario paso del tiempo que le permita igualar o acercarse a la fuerza y complejidad que caracterizan a la  añada anterior (2017), de excelente calidad, que ahora se muestra en su mejor momento para el consumo. Es tan solo la primera ocasión en que se hace necesario mirar al pasado para descubrir los tesoros que encierra el lugar.

Un recorrido por las últimas cosechas de La Val Vendimia abre camino a los interesantes resultados que ofrece el albariño criado durante un año con sus lías finas. Blancos que presentan bellas y elegantes reducciones señaladas también por el contrapunto de los recuerdos a flores y los tonos cítricos sostenidos por su magnífica acidez.

Todo eso y más se concentra –continuando el viaje hacia el pasado- en uno de los vinos más destacados de esa denominación de origen. Ahora, cuando lleva embotellado tan solo ocho meses tras una larga crianza, La Val Sobre Lías 2015 (35 euros) insinúa ya todo su valor con una insultante juventud, mucho frescor y sobrada categoría.

Y para disfrutar de los delicados recuerdos a manzana, piña y flores blancas de un vidueño poco conocido, nada como La Val Treixadura 2018. Una cosecha que concede también la oportunidad de acercarnos a los vinos del Condado do Tea con Más que 2, combinación de albariño, treixadura y loureiro. La confirmación de que Rías Baixas es albariño y, además, mucho más que albariño. Para comprobarlo solo hay que acercarse hasta bodegas como La Val o abrir alguna o algunas de estas botellas.
Más información: www.bodegaslaval.com