Es una doble exhibición de intensidad aromática. Dos aceites, Primer Día de Cosecha en versión arbequina y picual, que parecen elevarse buscando nuevas cotas. Parten de esa vieja costumbre que solo unos pocos, los más próximos, podían permitirse: acudir a la almazara al comienzo de la cosecha para llevarse el primer zumo. Entre las ventajas, evitar que una vez recolectadas las aceitunas su largo almacenamiento afectara a la calidad del producto. Y de paso, asegurarse un atractivo color en todas las tonalidades del verde además de un olor y un sabor más fresco y persistente.
La XIII edición de tan especiales aceites de Castillo de Canena llega tras años de continuo avance en la búsqueda de la calidad. Los últimos pasos, dentro de un proyecto biodinámico y certificado, elegir los pagos más destacados y aplicar una agricultura de precisión para establecer el momento exacto de la cosecha.
De esa forma consiguen una fragante arbequina señalada por recuerdos a hierbas, piel de aceituna, manzana verde y almendra. Un virgen extra suave, amable, dulce y muy elegante que ofrece como final un ligero picor que descubre el poco tiempo transcurrido desde su elaboración.
Picor, junto con el habitual amargor, acompañan a una picual de destacada fuerza y carácter con un llamativo y casi exagerado color verde. Muy pronunciadas también la sucesión de notas vegetales (hojas de higuera, planta de tomate y hierba recién cortada) que dan paso a recuerdos a piel de plátano y, de nuevo, a almendras verdes. Dos aceites tan iguales y tan distintos que ninguno de ellos permite renunciar al otro.