IGNACIO PÉREZ LORENZ
Cumple una cifra redonda: cincuenta vendimias. Lo que significa que lleva 47 años en la calle tras descontar el tiempo de crianza, tres años, de la primera edición (cosechada en 1973 y presentada en 1976). Durante esas décadas ha mantenido una creciente regularidad -si puede decirse así- y ha incorporado al viñedo prácticas respetuosas que el vino agradece al igual que la tierra, el aire, las aguas y el clima.
Llega al mercado en estas fechas con dos cambios, uno de ellos fundamental y otro no tanto. El nuevo diseño de su caja de cartón, quizá más alegre, festiva y navideña, es el de menor trascendencia aunque encierra la ventaja de que permite identificar la partida. El más profundo, el intento de lograr un sueño: elaborar el mismo cava de siempre y que no fuera igual.
Sabor, diseño y estilo siguen moviéndose en los parámetros habituales aunque sus ya largos plazos de crianza, que le hacen acreedor de la categoría de gran reserva, puede que se hayan estirado. En cualquier caso, un cava que presenta suaves tonos a pastelería acompañados de notas frutales y una espuma de especial finura que estalla en la boca con más gracia e intensidad que nunca.
Por lo demás, se agradece de nuevo su presencia deliciosamente seca. Y también, la discreta elegancia bañada en un fondo cítrico con innumerables matices aromáticos y marcado frescor. Excelente brut nature, convertido ya por méritos propios en referencia confiable, que ha resuelto con bien ese “más difícil todavía” que animó siempre a quienes asumieron y lograron los mayores retos. Como llevar a este Juvé y Camps Reserva de la Familia 2018 a que ahora sea más (y mejor) cava que nunca.
Bodega: Juvé y Camps
Web: https://www.juveycamps.com
DO: Cava
Variedades: xarel·lo, macabeo y parellada
Alcohol: 12 %
PVP: 20 euros