Ha dado de nuevo, y ya van once veces, la vuelta al mundo. Era además su 93ª crucero de instrucción, posiblemente el más duro y el más difícil, por la pandemia, de todos ellos. Finalmente el buque escuela de la Armada Española Juan Sebastián de Elcano ha atracado este domingo en el muelle Ciudad del Puerto de Cádiz.
Y con él, dos medias botas de amontillado Viña AB Estrella de los Mares como recoge el manifiesto de carga firmado por el comandante de la nave y el presidente de González Byass. La forma de mantener la tradición de enviar vinos en “viaje redondo” al igual que siglos atrás, y de conmemorar la circunnavegación realizada hace 500 años por Magallanes-Elcano.
El contenido de estas medias botas ha recibido, durante casi un año, la influencia de la presión, los cambios de temperatura y, sobre todo, del vaivén continuo de las olas. Una larga travesía que viene a mejorar, generalmente de forma espectacular, su calidad. Antaño, estos factores provocaban que el valor de los “vinos mareados” o de “ida y vuelta”, como eran conocidos, llegara a multiplicarse por cinco.
Debido a ello, muchos bodegueros de la zona enviaban su jerez en “viaje redondo” para incrementar el precio. Con la llegada de los barcos de vapor esta práctica cayó en el olvido hasta que en 2018 la bodega jerezana, en colaboración con la Armada española, embarcó dos botas de XC Palo Cortado en el buque escuela. Las diferencias a favor del vino que realizó el viaje frente al que se quedó en tierra sorprendieron entonces a cuantos tuvieron oportunidad de compararlos.