Cabría pensar que su nombre estaba destinado a figurar en la más destacada de las manzanillas elaboradas por la enóloga de la casa, Montse Molina. O quizás, en una selección de esos antiquísimos olorosos, amontillados y palos cortados que Toto Barbadillo tan decididamente impulsó. Reliquias que alcanzaron precios estratosféricos en la casa de subastas británica Sotheby’s. Aunque él, revestido de una gracia y un humor inimitable, le echara la culpa al departamento comercial. “Si los hubieran vendido en su momento…”.
Pedro Antonio Barbadillo Romero -Toto para todos- fue el responsable de las bodegas que llevan sus apellidos y viva presencia de Sanlúcar, de la manzanilla y del resto de sus vinos tradicionales. Y también, un adelantado a su época, que vio en el vino blanco el complemento imprescindible para afrontar estos tiempos. Así nació hace ya cerca de medio siglo Castillo de San Diego, durante años el vino joven más vendido de nuestro país.
Es posible que su acertada visión de futuro le lleve a mirar con simpatía la etiqueta de esta apuesta destinada a extender la presencia de la firma. A fin de cuentas, volvemos a estar ante un vino sin crianza biológica y con mayoritaria presencia de palomino plantada sobre albarizas. Un espumoso con aromas a frutas maduras, cítricos y levadura que resulta delicadamente cremoso gracias a la finura de sus burbujas. Vino equilibrado, redondo y con suficiente frescor al que regresa en todo momento la inconfundible presencia de la tierra y de la variedad. Y con ella, unos cuantos recuerdos que obligan a brindar al cielo.
I. P. L.
Bodega: Barbadillo
Web: https://www.barbadillo.com/
Zona: No amparado por la DO
Variedades: palomino y chardonnay
Alcohol: 12,5%
PVP: 12 euros