La espera ha durado un año. El tiempo establecido para volver a enfrentarse a Tío Pepe Cuatro Palmas, ganador con la anterior saca del Champions of Champions Trophy en la International Wine Challenge. Un reconocimiento que equivale a considerarlo el mejor vino del mundo. Es la cumbre de lo que su hacedor, Antonio Flores, llama con acierto “Las edades del Tío Pepe”, un recorrido por las escalas de las bodegas de González Byass que pone de manifiesto la longevidad de una variedad, palomino, y de un sistema tradicional de crianza, las soleras y criaderas.
En esta ocasión la última parada se hizo a los cincuenta y tantos años. Tan solo media bota (250 litros) de un amontillado viejo con sus inconfundibles aromas a frutos secos, barniz y maderas antiguas que rezuma intensidad, delicadeza y elegancia. Un viaje a través de los sentidos hasta la Solera Museo de La Constancia, de donde procede este Cuatro Palmas, para dejarse impresionar por la grandeza del jerez.
Y muy lejos, en el tiempo -lo único que separa a cada uno de estos hermanos- el Tres Palmas, con diez años. La edad que pone fin a la crianza biológica, “el límite entre la vida y la muerte”, de nuevo en palabras de un enólogo que eleva a poesía sus descripciones y sus vinos. Entre ellos, este fino que no debería llamarse amontillado, capaz de compartir el carácter (recuerdos a levaduras, intensas notas salinas) y la felicidad que supone haber llegado en perfectas condiciones hasta el final de su existencia.
Con 8 y con 6 años, Fino Dos Palmas y Fino Una palma nos hablan de la riqueza de estas joyas y de la seriedad y pujanza de la crianza biológica (velo de flor, hongos, piel de aceituna, albariza) sostenida en el tiempo. Y junto a ellos, esperando a actuar como simple testigo que marca el punto de salida, una copa de Tío Pepe. Vino con cuatro años de crianza, filtrado -y sin duda recién embotellado- que resistió impertérrito, orgulloso de su edad y de su sitio, cualquier comparación. También un claro candidato, si estuviera incluido en la colección, a llevarse cuantos premios se quieran repartir al valor, la calidad y el precio (6 euros). Y, especialmente, a varios de estos términos a la vez.