Lo difícil hubiera sido lo contrario. Notar calma, tranquilidad o indiferencia ante una oferta así. “Tentación Ibérica”, experiencia nacida en Asturias que ha paseado sus reales por un buen número de ciudades españolas y también por Londres, se presentaba en Madrid.
La fórmula, siempre la misma, incontestable. Jamones ibéricos de bellota de enorme calidad y vinos que hacen un buen papel en su presencia. Solo así, viajando en unos segundos de una denominación a otra, es posible apreciar adecuadamente las diferencias entre cada una de las patas curadas. Más intensas y salinas hacia el sur; más suaves, delicadas y hasta dulces las procedentes de secaderos situados más al norte.
Y a partir de allí, los profesionales de la hostelería, los periodistas y los expertos comenzaban a sacar sus conclusiones. La teoría indica que finos y manzanillas reinan en esta combinación. Y también que otros vinos, logran una adecuada armonía. A falta de una votación entre los asistentes, no resulta difícil inclinarse por una más que consolidada manzanilla como Solear. Muy de agradecer su frescura. Un término que en esta ocasión no hace referencia a la temperatura de servicio si no al tiempo trascurrido desde la fecha de embotellado.
Makro, con el champán (blanco) Henri de Verlaine, de magnífica relación calidad-precio, se apuntó muchos tantos. Y unos cuantos más, con la versión rosada del mismo producto. El resto de las ofertas, interesantes blancos jóvenes, serios blancos fermentados en barrica, una interminable relación de tintos de todas las zonas y hasta alguna sidra. Y como parte imprescindible de la fiesta, algunos de los mejores cortadores de este país. Cada uno contará la feria como le fue pero parece que a todos o casi todos los que pudieron probarlos, les fue bien.
María Jesús Alonso