Vinos frescos, afrutados, aromáticos y con menos alcohol respecto a las anteriores cosechas. Son las consecuencias de una añada atlántica como la del 2018, marcada por la humedad, las precipitaciones y el persistente mildiu que durante todo el ciclo desveló a los viticultores. Bodegas Familiares de Rioja presentó ayer ante la sociedad riojana, en una fiesta que cumplió ya su XXII aniversario, los resultados de la última cosecha. Lo hizo con una propuesta original que agrupó a las bodegas en siete comarcas naturales que superan los límites administrativos tradicionales de Rioja (Alta, Alavesa y Oriental).
Cerca de un millar de personas pudieron disfrutar de “diferentes añadas en una misma cosecha”, tal y como explica María José Nestares, de Bodegas Nestares Eguizábal (Galilea), en referencia a la extraordinaria diversidad de Rioja. Buena añada de vinos jóvenes, con menos estructura y grado y muy buena para los amantes de maceración carbónica, los blancos y los rosados. También saldrán muy buenos vinos para la crianza si bien el factor determinante será la productividad por hectárea. En este sentido, la satisfacción entre las bodegas familiares es generalizada: “Cultivar tu propio viñedo es la mejor garantía en estos casos”, argumenta Eduardo Hernáiz, presidente de la asociación.