Tomás Postigo: un investigador entre viñedos 

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Ha firmado durante décadas algunos de los más interesantes vinos de la Ribera del Duero. Y hoy lo sigue haciendo desde la bodega que lleva su nombre. Se podría decir que llegó a la enología por casualidad. Él lo define como una situación accidental. Estudiaba Química para trabajar en la industria cárnica con su familia pero a mitad de carrera vendieron la fábrica de embutidos. Un catedrático le aconsejó que se dedicara al mundo del vino. Hoy piensa que es el mejor consejo profesional que ha recibido en su vida. Era el año 1981. Su trayectoria profesional comenzó poco después en Peñafiel, siguió en Peñafiel y parece que terminará en esa localidad…

-Sin duda, aquí estoy desde 1984 y ya no me voy. Estoy en mi casa. He visto crecer el sector de la viticultura y del vino en Peñafiel y yo he crecido con él. 

– ¿Cómo era la Ribera del Duero que conoció?

-Muy distinta. La vid era un cultivo secundario. Los agricultores vivían del cereal, la patata y la remolacha. El cultivo de la vid estuvo a punto de desaparecer. Se mantuvo gracias a las cooperativas y a los sentimientos familiares de muchos agricultores, no querían arrancar las viñas porque las plantaron sus abuelos. Era un cultivo que no les aportaba ningún beneficio. Las bodegas estaban viejas y abandonadas, no tenían ni equipo de frío, las bombas eran de hierro y había que repararlas todos los años, los depósitos de cemento, las despalilladoras eran centrífugas y no tenían laboratorios. En fin, una pena.

-¿Y Protos? ¿Una cooperativa como tantas otras o algo más?

-No, no era una más, era la Primera de la Ribera, como se lee en su fachada. Se fundó en 1927. Las demás se fundaron en la década de los 40. Siendo enólogo de Protos me sorprendió que nos visitaban ingleses y alemanes que ya conocían el vino y la Ribera apenas exportaba. La cooperativa Ribera Duero (Protos) llevaba muchos años vendiendo en el exterior.

-Le han definido en muchas ocasiones como el enólogo de Pago de Carraovejas pero también fue accionista. ¿Es así?

-No es correcto o no es completo. Yo fui fundador y enólogo de Pago de Carraovejas. Era socio desde la fundación de la bodega y director técnico del proyecto desde el inicio. Durante 20 años yo era el alma de Carraovejas. Casi toda la tecnología actual la implanté con mis criterios.

-En una ocasión escuché a un bodeguero asegurar que Tomás Postigo era el mejor enólogo de la Ribera del Duero. ¿Qué siente al oír ese frase?

-Vergüenza, pudor. ¿Y Jesús Anadón? ¿Y Teófilo Reyes? ¿Y Mariano Garcia? ¿Y Peter Sisseck? Y otros muchos muy buenos. A los que he nombrado, los considero maestros míos.

-En qué momento está ahora y en qué momento están sus proyectos?

-Estoy en un momento feliz. Mi nuevo proyecto es un sueño que hace quince años me parecía irrealizable. Me encuentro muy a gusto tomando decisiones sin condicionantes y apoyado por mis hijos. Ellos me quieren y me respetan mucho. La bodega Tomás Postigo está naciendo. Espero que mis hijos sean capaces de hacer de ella la bodega que siempre soñé.

-Parece que no para de investigar para mejorar el regadío, utilizar otras maderas…

Procedo del mundo de la investigación. Estuve 4 años en el Instituto de Fermentaciones Industriales (CSIC) de la calle Serrano (no terminé mi tesis por no perder la ocasión de trabajar en Protos). Esto me dio formación y mentalidad de investigador. Allí tuve grandes maestros, especialmente Clara Diez de Bethancourt y Guillermo Santamaría. Compartí muchos momentos con Baldomero Iñigo, Lola Cabezudo y otros muchos. La inquietud de aprender, mejorar y probar novedades la tengo en mi cabeza continuamente.

-¿Qué busca en Rueda?

-Busco lo mejor de la verdejo. Soy un apasionado de la verdejo. Creo que es la variedad blanca más completa del mundo. Alguno me ha insultado por decir esto. 

-¿Y en Ribera?

-En Ribera intento hacer el mejor vino del mundo. La Ribera del Duero es la mejor zona vitivinícola del mundo. Lo mejor está por llegar. Lo último que hemos aprendido son las posibilidades de la malbec. Estaba olvidada y denostada. Algunos bodegueros ni sabían que estaba incluida en el reglamento del consejo regulador. Es una maravilla, es la compañera perfecta de la Tinta Fina. También estamos trabajando las barricas de rebollo (Quercus pyrenaica), la auténtica variedad de roble española y de Castilla y León. Da para mucho. 

-¿Busca además en otras zonas o ya tiene bastante?

-Ya tengo bastante. Me da vértigo tener una bodega a seis horas de coche. No me inspira tranquilidad. Necesito ver la bodega y las viñas todos los días.
I. P. L.