Familia Torres: el exquisito frescor de sus mejores vinos

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Como final, una exhibición de añadas, de este y de otro siglo, de sus vinos más destacados. Y desde el principio, un recorrido por el paso del tiempo y la influencia de las últimas generaciones en esas elaboraciones. Vinos rompedores en sus inicios, clásicos décadas después y ahora convenientemente renovados. Con ellos, alguno actual y hasta revolucionario, como Forcada 2015, una de las primeras añadas de esta variedad blanca recuperada. Su frescor, intensidad aromática y carácter han convertido su  reaparición en un anuncio de futuro. De allí, salto atrás hasta el Grans Muralles 1997, un tinto que se recrea -envuelto en aromas a bosque mediterráneo- en ese baile bien acompasado que con tanta frecuencia ejecutan (solas o en compañía de otras) garnacha y cariñena

Uno de los más veteranos cabernets de este lado de los Pirineos, Más La Plana, agradece la respetable edad de sus cepas para mantener un estilo casi invariable en cosechas tan diferentes como las de 1989, 2003 y 2007. Y qué decir de Perpetual 2010, vino casi eterno como sugiere su nombre, que permite asomarse, con respeto, al Priorat. En el coupage de esa cosecha están las uvas de Mas de La Rosa, hoy destinadas a crear un vino de finca que en 2017 alza el vuelo con singular elegancia y empaque. 

Todo ello ocurría durante la Presentación de Nuevas Añadas de Familia Torres, acto que abrió el 2017 de la ya conocida forcada. Un blanco que gracias a esa variedad pasa por una añada seca con ligeros tonos amielados como única huella. El resto, una vez más, frescor sin límites e intensidad aromática. Junto a ella, dos elaboraciones con variedades tintas también recuperadas: Pirene 2018, pura fruta seguida de amable expresión y Moneu 2019, fino, elegante y sensual. 

Una definición en la que también cabe el más destacado chardonnay de la casa, Milmanda. Un blanco que en 2017 permanece ajeno, por su frescor, a las escasas lluvias. Su estilo sigue evolucionando cosecha tras cosecha para mostrar, menos  revestido y más puro, el carácter de la variedad. 

El tiempo en 2016 marcó diferencias entre dos viñedos del Penedés, Mas La Plana y Les Arnes, y uno de Conca de Barberà, Grans Muralles. Y sin embargo, lo que une a los tres tintos que de allí proceden es la frescura. Mas La Plana, monovarietal de cabernet, la expresa en su fruta y en sus matices mentolados. El coupage bordelés de Reserva Real la envuelve en su seria estructura  mientras que el sutil, largo y complejo Grans Muralles la acompaña con alguna nota dulce. Imposible elegir ante tanta calidad y regularidad. Ocurre así hasta que aparece Mas de la Rosa 2017 desplegando su irresistible capacidad de seducir y de enamorar.