La revolución tranquila de Gómez Cruzado

David González y Juan Antonio Leza
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Era una de las bodegas menos conocidas del Barrio de la Estación hasta que hace pocos años, en una nueva etapa y con un nuevo equipo, comenzó a llamar la atención. Un espectacular salto hacia adelante en su trayectoria al que Revista del Vino tardó poco tiempo en dedicarle su atención. 

Sus últimos vinos anuncian que están lejos de haber llegado al final de la escalada. Un doble motivo para recuperar una entrevista que muchos lectores no tuvieron oportunidad de disfrutar.

David González y Juan Antonio Leza son viticultores y enólogos pero su aspecto, su forma de vestir y hasta sus expresiones se asocian más a unos hombres que han pisado y prefieren pisar muchas viñas que a quienes permanecen en la bodega. Quizás porque no es posible imaginarlos limitándose a esperar la entrega de unas uvas sin que ellos hayan cuidado de cada cepa y cada racimo durante todo el año.

Llegaron a Gómez Cruzado hace diez años y desde hace cinco son los responsables de esta bodega centenaria. Tiempo suficiente para que  hayan sido capaces de protagonizar una renovación profunda o, si se prefiere, una revolución tranquila en una de las firmas centenarias del Barrio de la Estación de Haro (La Rioja). Los resultados de esta etapa de revitalización han sido su aval para integrarse en el capital de la compañía.

Hoy la bodega, las marcas y el trabajo realizado se miran con una mezcla de admiración y sorpresa por muchos de los que siguen la actualidad del vino. Buena culpa de ello la tiene su Selección Terroir.

-¿Qué es Selección Terroir?

-Es un proyecto que nace de la inquietud de compartir la diversidad que hay dentro de la basta Rioja. Hay lugares excepcionales y originales que habíamos identificado por nuestro conocimiento de Rioja y del tempranillo y que vale la pena mostrar por separado y revelar en un vino con la impronta del lugar.

Son tres vinos (Pancrudo, Cerro las Cuevas y Montes Obarenes) con los que intentamos reflejar la esencia de tres paisajes muy diferentes dentro de una D.O. grande y diversa como es Rioja: el valle del Alto Najerilla, la parte alta de la Sierra de Cantabria y los Montes Obarenes. Tres formas de entender el viñedo, tres terroirs diferentes y respeto máximo en bodega, procurando llevar a la copa la expresión única de estos lugares en estado puro.

Los tres conviven en igualdad en nuestra aspiración por la calidad con nuestros vinos de ensamblaje, resultado de la complementariedad de uvas que buscan la perfección.

-¿Y cómo son?

-Son vinos que expresan las particularidades, especialmente climáticas y del paisanaje del lugar. Por supuesto, los suelos también son importantes. Pero estos vinos son tan singulares por provenir de enclaves privilegiados para el cultivo de la variedad que se trabaja en cada lugar, y por la gente que ha domado durante muchas generaciones esta forma de hacer con el cultivo.

Están un poco alejados del estándar del estilo ‘Rioja’, pero son muy fieles a su lugar de procedencia, aprovechando que la gran Rioja está compuesta por mil pequeñas Riojas. Son vinos que no se podrían elaborar en ningún otro sitio del mundo que no sea Badarán, Leza y Haro. Vinos donde podemos ver reflejado el terroir por encima de variedades y técnicas de elaboración.

-¿Y el resto de la gama?

-Queremos parecer de donde somos. Mantenernos muy fieles al estilo de los ‘grandes riojas de ensamblaje’. Así, el resto de la gama (Blanco 2ºaño, Crianza, Vendimia Seleccionada, Reserva y Honorable) pertenecen a un estilo más afín a estos grandes ‘riojas tradicionales’, pero elaborados con el detalle que nos permite nuestro pequeño tamaño. Cada uno con su estilo pero manteniendo como denominador común la frescura, la nitidez aromática, la complejidad y la finura.

-¿Qué habéis cambiado de Gómez Cruzado y qué os falta por cambiar?

-En cinco años y medio se ha revitalizado un proyecto de 132 años que estaba totalmente dormido. Se ha reestructurado la gama, basándola en la fidelidad al origen y a la forma de hacer del lugar. Hemos llevado cada vino al estilo que entendemos original (de origen) para que quienes descorchen una botella de un gran rioja encuentren siempre esa emoción que les haga pensar, sin lugar a equivocación, que están tomando un gran vino de Haro. Se ha retornado a una imagen tradicional y se ha formado un equipo humano excepcional. Se han creado muchos nuevos mercados y, como consecuencia, se ha alcanzado la estabilidad económica necesaria y ahora podemos empezar a pensar en el futuro. Entendemos que, de aquí en adelante, lo más importante es asentar lo conseguido hasta ahora y coger aire para afrontar el siguiente escalón.

-¿Cómo se gestiona una bodega sin viñedo?

-El viñedo es la clave de bóveda del proyecto. Trabajamos con tres modalidades: proveedores, viñedo en alquiler y, desde hace año y medio, viñedo propio. Esta forma de trabajo tiene muchas ventajas. Por ejemplo, 2017 pasará a la historia como el año más temprano de la historia y este 2018 vuelve a ser un año tardío. El tener una parte de viñedo de proveedores permite elegir las mejores uvas, independientemente de cómo haya sido el clima ese año y, además, esquivar el efecto de las inclemencias meteorológicas. Asimismo, la relación -siempre de integración y cercanía- que mantenemos con los proveedores hace que podamos mantener el 100 % del control del viñedo. Obviamente ocurre lo mismo en el viñedo alquilado y en el viñedo propio. Como nuestra finca Las Laderas de Ollauri, adquirida al viticultor Eugenio Ventosa, viña que su padre había hecho moza y cuyo cuidado nos confió.

No obstante, la tendencia de la bodega es a aumentar precisamente el porcentaje de viñedo propio, como parte del próximo escalón a afrontar en años sucesivos.

-¿Qué vino os falta por hacer? ¿Cómo sería?

-Cuando afrontamos la revitalización de Gómez Cruzado, teníamos claro que debíamos hacer una reestructuración de vinos definitiva, es decir, no tener la necesidad de crear nuevos productos cada poco tiempo para mantener la atención del mercado. La idea fue crear una gama que nos satisficiese como técnicos, lo suficientemente variada y completa como para afrontar la reconquista de los mercados; y luego trabajar en una mejora constante en cada uno de los vinos, dotando así de mayor solidez al proyecto. Por tanto, ahora estamos en momento de asentar más que de crear. Todos nuestros recursos los aplicamos a mejorar las próximas añadas de los vinos que ya elaboramos.

No obstante, debido al peso que tiene la tradición del rioja en nuestro proyecto, en breve se reeditará nuestro Gran Reserva, entendido como el vino especialmente reservado por nosotros para afinarse en casa. Es un estilo que no puede faltar en una bodega del Barrio de la Estación y que se corresponde totalmente con la visión de Gómez Cruzado.

Y, sobre todo, vamos a disfrutar de este proyecto, vamos a ver cómo los vinos que hemos elaborado en los últimos diez años se hacen adultos en la botella. Descubriremos la mejor cara de los grandes vinos de Gómez Cruzado y su momento dulce cuando tengamos la oportunidad de probarlos con quince o veinte años en botella. Y todo ello coincidirá con un momento también dulce de la marca. Ese será el momento en que, de verdad, todos disfrutemos del trabajo bien hecho.

Selección Terroir

Pancrudo 2016, la más fresca garnacha

Aromas frutales acompañados de los más descarados recuerdos florales (violetas). Tinto elegante con notas especiadas y apuntes minerales que equilibra su madurez con inusual frescor. La singular expresión, envolvente y sutil, de la más irresistible garnacha para construir un vino espléndido.

Montes Obarenes 2015, grandeza actualizada

El estilo de los grandes blancos de Rioja transportado al siglo XXI. Marcados recuerdos a piel de uva, fruta (blanca y también con hueso), cítricos e hinojo. Cremoso, serio, largo, untuoso y suficientemente fresco. En su final, una sucesión de agradables notas amargas y dulces envueltas en casi inapreciables pinceladas de madera.

 

Cerro las Cuevas 2015, profundo y mineral

Elaborado con el mejor tempranillo (y graciano) de Rioja Alavesa. Una nariz que enamora y un trago profundo, intenso y complejo. Tinto de guarda, estructurado y carnoso, sostenido por firmes taninos (con una interesante sensación terrosa) y al tiempo cargado de nobleza y finura. Potente, largo y mineral.