Vega Sicilia, la cercana madurez del mito

El tiempo se mide allí de otra manera. Al igual que la mágica aportación, surgida posiblemente de sus suelos, que sitúa a los vinos en otra dimensión. Junto a esos misterios, un ritmo lento y una constante búsqueda de la perfección tanto para cautivar con la grandeza de sus largas crianzas como para situar a cada una de las bodegas del grupo (Tempos Vega Sicilia) en un lugar inalcanzable.

La primera de las sorpresas fue comprobar que el mito abandonaba durante unas horas su real o supuesta lejanía para acercarse hasta el Salón Gourmets con algunas de sus más destacadas creaciones. La segunda, nada más comenzar, al advertir que la primera botella, Macán 2016, anunciaba la ya cercana madurez del último, por ahora, de sus proyectos. Aquella marca estructurada y potente en sus primeras añadas ofrecía ya menor extracción, contenida presencia de madera nueva y más frescor. Y se situaba muy cerca de un sueño, aunar potencia y elegancia, que en muy pocos lugares -uno de ellos San Vicente de la Sonsierra- es posible conseguir.

A partir de allí, y anunciada la buena nueva de un salto considerable en la trayectoria ascendente de ese vino riojano, todo un placer comprobar la belleza que refleja Pintia 2014 gracias a la abundancia de fruta, las atractivas notas a especias y la sensación delicadamente arenosa de sus taninos. Una apuesta, también decidida, por preservar la elegancia de la tinta de toro que dio paso a la fresca, alegre y siempre un poco salvaje expresión de Alión. Un vino de la añada 2015, largo y casi redondo, que no era el único en pedir más reposo en botella para mostrar todo lo que lleva dentro.

Con la llegada de Valbuena 2014 aparecen la clase y la fuerza que caracteriza solo a lo más grande de la Ribera del Duero. Un tinto capaz de ofrecer apuntes florales, mucha fruta y marcadas notas a hierbas aromáticas junto a la promesa de una larga vida. Algo que en buena parte ya ha cumplido, con su magnífica evolución, Valbuena 2004. Un vino que destaca por su longitud y redondez y que elige la fruta roja madura matizada, como en todos los casos,  por maderas muy bien integradas y recuerdos a monte bajo

Descarada juventud la de un Vega Sicilia 2009 equilibrado y complejo que se puede beber o guardar. Y mientras tanto, dar un salto atrás de diez años hasta llegar a Vega Sicilia 1999. Tinto sedoso, sutil, persistente y señalado por innumerables matices al que se podría calificar de excelso si no le hubiera seguido en la cata una botella de Vega Sicilia 1996. Fruta, frescor balsámico, sobrada intensidad, longitud… Una interminable sucesión de atributos que hacen vano el esfuerzo de seguir describiendo cuando resulta mucho más sencillo resumir: la perfección hecha vino.

María Jesús Alonso
Foto: Salón Gourmets