Vega Real, feliz hallazgo en noche de sorpresas

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Dicen que ningún sitio mejor para esconder una maravilla que a la vista de todo el mundo. Y algo de eso tiene el madrileño Palacio de Santoña, el lugar elegido por Barbadillo para presentar los renovados vinos de Vega Real, su firma en la Ribera del Duero.

Como todo puede ocurrir en ese barrio de Las Letras, allí compareció, florete en mano, el más afamado personaje que Castrillo de Duero -el pueblo donde se encuentra la bodega- ha dado a la historia de este país. Juan Martín Díez, más conocido como El Empecinado, fue entre otras muchas cosas el responsable de una partida de guerrilleros que complicó seriamente la vida a las tropas invasoras de Napoleón.

Ese conocido apodo, El Empecinado, es hoy una de las marcas (la que corresponde al crianza) de Vega Real. La añada 2015 cumplió,  como cabía esperar, con la revisión anunciada. Es un vino de atractivos aromas que muestra por delante su intensa carga frutal. Algo que no le impide presumir de muchas de las características de los riberas del duero: capa, concentración y estructura además de pedir algo de tiempo para integrar todos sus componentes.

A quien le ha sentado de maravilla el largo  reposo en botella es a otra marca, la más destacada de la casa, igualmente señalada por referencias históricas de la zona: Vaccayos. La añada del 2009 se beneficia también de la calidad de la cosecha, la edad de las cepas y las bajas producciones. Muy cerrado al principio, sus aromas van cambiando hasta dar paso a una agradable sensación de complejidad aromática seguida de un paladar intenso, redondo y maduro. Lenta transformación que culmina dejando claro que es un  tinto capaz de conjugar potencia con elegancia. El más feliz hallazgo en noche de sorpresas.